miércoles, 10 de octubre de 2007

LIX**

Ya no había tiempo para hacer nada...

Flexibilidad temporal en la fábrica. Fábrica Ciudad mantenida por el ideal de los ancianos trabajadores (por exceso de bondad de una declaración de los derechos humanos, que habilitó el trabajo anciano, hasta el hartazgo, en signo de lo cansado que se hallaban sus dirigentes de tener continuos repudios de ancianos en las puertas de sus casas, que contaban ya con miles de seres sacrificados por los rayos del Sol, secados sus antiguos cuerpos y caidos en el palier, formando un charco de cera.).
No existía la jubilación, sólo las pensiones para liciados incurables. Así, los más viejos, eran llevados a sectores menos perjudiciales para su salud, de modo que no puedan ser heridos por la Gran Maquinaria.

(El presidente, de la Fabrica ciudad, era el más anciano de todos, trabajaba 24 hs diarias en tareas sin ningún tipo de riesgo, dentro de una habitación de la casa presidencial realizada para su privacidad absoluta, con pisos, paredes y muebles de material gomoso, de modo que no pueda herirse ni automutilarse. Su tarea era dirigir la Fábrica-ciudad, disponiendo de su reflexión, experiencia, ancianidad, y facultad de pensar en nuevas formas de poder, generalmente, como vemos en la historia, con severas reprimendas conspirativas contra el mundo exterior, con un sistema de relaciones sociales y un modo de producción dignos de un máximo desprecio por la humanidad total.)

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