En un auto, dos hombres extraños tienen diálogos. Buscan a alguien, con sus dos sombreros. Nunca aparece, pero su fe ciega lleva a seguir intentándolo. Ya han olvidado lo que intentan encontrar, ese quien transformado en que, por cosificación, como misterio que alimente sus vidas, como única esperanza de comprobación de sus realidades, y por tanto llama última del carácter de existencia.
Autopista, calle. Luces-faroles delanteros- iluminan la carretera. Planos de conductor, su sombrero y su anhelo en una mirada. El copiloto, prendiendo un cigarrillo. El décimo de la noche. El auto, continúa viajando. La ciudad pasa.
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Ciudad pasa. Lcues desde la subexposición. Sus conductas en planos. Conduce pensando en si mismo, emparentado con un volante, su unico compañerro fiel de tacto y afección. Redondo, de cuero. Hay caricias. El copiloto, lee el diario. Periódicos que lo contextualizan en un tiempo y espacio más allá del móvil de su pasión, aquel coche antiguo, morada de expectación. (peugeot de policial negro frances, el 505 antiguo?...esos que me gustan). Barrida de una calle.
-Lucho, ¿Viste la esquina? No había algo ahí? Dejá el diario querés.
-no, no…la vi si, pero no eh…no em aprecio por lo menos. Bah, yo me lo ahgo que debe estar mas ajustado, no?, como delgado?-no se, es posible. Pero lo vamos a encontrar…no te preocupes.
- Mirada incredula (como diciendo: -si, siempre me decis eso, pero nunca pasa.)
-siempre se termina encontrando.
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Alucinaciones, buscan el sueño de esa noche. BORIS.
-lucho! Viste la esquina? La viste!! Estaba ahí Lucho. Deja ese diario queres. Ahroa retomamos aca y volvemos. Ya vas a ver. Lo tenemos!!
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Al bajar, al encuentro con aquel objeto olvidado, es muerto en un tiroteo al frente del deber.
