miércoles, 26 de septiembre de 2007

LI retoma el X

Cuantos recuerdos puede albergar un objeto para un espectador. Un mero observador inocente, que medaitne jeugos de comunicación carga de sentidos infinitos un pedazo de lienzo. Perdido en apsillos daltónicos, los grises dominan las posibles afirmaciones.

Asertoria.

Y desligamiento.

Una presencia en un espacio superior del cuarto, en el vacío de la pared. Un recuerdo eterno, que puede estar en un círculo concéntrico de advenimientos que remontan a generaciones pasadas. Siendo únicamente uno más que pretende retener a aquellos que se fueron con él pero dejaron, com añadido propio, un gris más en la paleta de aquel impresionista cuadro de la ausencia. Nunca una figura, solo una sensaciónd e alguien, de uno distinto cada vez, pero siempre la misma presencia para el mismo observador. Aquel que se disolvió para siempre como todo primer amor, condenado a la pérdida, al trauma, al comienzo de un nuevo espiral; porque son espriales y no círculos, dialécticos.

Un infligir ese estar ahí futuro. El espacio vacío todavía, en espacio superior de mi cuarto. Un recuerdo eterno, por venir, modificado por generaciones, de una identidad desconocida; historia perdida, recuperada aquí, en idea, y proyectada a futuro su integración narrativa, ficticia o documentada, bajo el poder del mandato de presencia de la obra en espacío todavía superior del vacío de mi cuarto.

Yo.
Son ellos. O lo fueron de algún modo, a partir de mí.

Encuesta a gente, preguntando sobre cuadro. Primero sin mostrar, leugo recordanselos como foto.

Así,c onvertido en Obra de Arte Mayor. Por liberación personal del artista, en el íntegro de auto-reconocimiento posible a partir del arte.
Documental, fotografía, domstrando su mutabilidad.