miércoles, 5 de septiembre de 2007

XLII

Obra para 15 concertistas.
En un escenario minado con micrófonos, entran 15 personas ajenas a la obra y se desplazan por el sitio.
La oscuridad es lo más frecuente. Sonidos se activan por su estar en el sitio de captación. En medio del rectángulo, otro, formado por sillas. Se asemeja al jeugo de la silla, pero a la altura de la cabecera de la silla, cuelga un par auriculares simples por respaldo. Los actuantes, son sorprendidos por estos, al empezar a sonar en un determinado momento. Primero uno, luego del descubimiento e interacción grupal con él; otro más allá, etc, etc.

Se espera a la respuesta del grupo, teniendo como previas conceptualizaciones sus conductas, veremos esta coincidencia en su actuar como grupo. En algunos casos, cada uno detentará un auricular por obtenerlo con anticipación, primero, por cercanía, fuerza, violencia; y en otros, se lso intercambiarán hasta cada uno estar de acuerdo con el estilo musical escuchado. Más variante sosn posibles, que oscilan entre estos dos extremos esperados.

Una vez colocados los auricualres, su sonido comenzará a ser subido paulatinamente, sacándolos de aquel estado de casi silencio donde empezaban. Así, los micrófonos grabarán el residuo originado por cada uno de ellos.

Ese residuo llegará a una PC, que lo intervendrá en vivo, variando constantemente su forma, según el movimiento y entrecruzamiento de líneas captadas en el escenario, donde los actuantes podrán caminar, bailar, estar sentados, compartir por momentos la misma música, esconderse en la nostalgia de un bolero escuchado tras 10 años, o bien cantar sin tener conocimiento de estar haciéndolo. Al tiempo, la PC variará también aleatoriamente, jugando con el Azar del Todo.

Así, comienza el concierto. Y luego, termina, siendo esto únicamente posible al abandonar el escenario la completitud de los actuantes, únicos sujetos y objetos de éste, un anónimo experimento.

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